Comentario del texto Nochebuena de 1836

Este texto parece una simple narración de un día en la vida del autor, pero acaba siendo solo una excusa para una serie de críticas sociales, reflexiones diversas y un ataque contra sí mismo, en boca de su propio criado.

Se publica el día después de Navidad. Larra cuenta su día 24, día que por superstición considera maldito. Está convencido de que siempre le ocurrirá algo malo en los días 24. Bajo este contexto suelta pequeñas críticas políticas (Miré el termómetro y marcaba muchos grados bajo cero; como el crédito del Estado; el pueblo español: no se casa con un solo Gobierno con quien no tenga que reñir al día siguiente), hacia la libertad de prensa (paré tal que cualquiera me hubiera reconocido por escritor público en tiempo de libertad de imprenta) y hacia las costumbres: discute que se recuerden los aniversarios celebrando y comiendo, cubriendo necesidades básicas instintivas, sin reflexión ni nada que vaya más allá. Aunque desea en parte ser un simple oficinista que no está obligado a pensar, puede fumar, puede leer la Gaceta.

Mariano José de Larra, por Jose Gutiérrez de la Vega
Es en conjunto una crítica a los que llevan una vida básica y mundana. Le da a su criado, parte de ese corpus de hombres inferiores que se conforman con el comer, un puñado de monedas, las que ha ganado con sus artículos. Sólo por medio de esa estratagema se pueden meter los artículos en el cuerpo de ciertas gentes, afirma. Pretende también que se le revele la verdad, como los romanos hacían con sus esclavos en las saturnales.

Cuando vuelve, el criado se ha gastado el dinero en emborracharse, como preveía. Hace una descripción de este, deshumanizándolo en cierto modo (sería difícil reconocerle entre la multitud, porque al fin y al cabo no es sino un ejemplar de la grande edición hecha por la Providencia de la humanidad) y haciendo una diferenciación, una escala entre seres humanos de regalo finos y bien empastados y otros del surtido todo igual, ordinario y a la rústica. Sin embargo, el borracho comienza una disertación muy razonada y sincera que pone contra las cuerdas al autor y su soberbia: le hace ver que el criado que tanto desprecia es más feliz que él, que vive en constante ansiedad, insatisfecho, que es culpable de crímenes que no son considerados tales, que no tiene principios, busca la aprobación de su público y riqueza, y a pesar de todo ha fracasado, no tiene control sobre su vida, aunque lo tenga sobre el criado: Tú me mandas, pero no te mandas a ti mismo. Tenme lástima, literato. Yo estoy ebrio de vino, es verdad; pero tú lo estás de deseos y de impotencia. Este suceso confirma su maldición con el día 24.

El artículo acaba mencionando una caja amarilla donde se leía “mañana”. Larra se suicidaría unos dos meses después de publicar este artículo con una pistola que habría estado guardando en aquella caja amarilla. El artículo alude a toda la frustración de Larra en el terreno ideológico y político, en la situación de España, pero también en cuestiones personales y específicamente amorosas.

El lenguaje es muy cuidado, lírico, a pesar de ser un artículo de prensa, con metáforas como la del principio: los vapores condensados se deslizaban a manera de lágrimas a lo largo del diáfano cristal.

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